DENTRO DEL JARDÍN ZEN
Se encontraba triste y solitario en el centro del pequeño jardín zen. Cada tarde, Josefina salía a cuidarlo, al jardín, que no a él. Rastrillaba con esmero la arena esparcida a su alrededor, creando círculos y semicírculos a su antojo.
Era curioso cómo, según su estado de ánimo, el jardín mostraba una apariencia u otra. Así, él sabía de antemano el humor que tendría Josefina aquel día. Si estaba tranquila, los trazos eran delicados, serenos, dedicaba unos minutos a trazar los alegres senderos y colocaba las piedras apiladas en un derroche de armonía. En cambio, si se encontraba de mal humor, comenzaba a rastrillar con rabia, casi con furia. Grandes surcos vigorosos surgían de la arena en un galimatías de líneas gruesas. Esparcía las piedras sin criterio alguno. Rastrillaba y rastrillaba sin parar, durante horas, incluso hasta el anochecer, hasta que toda la tensión acumulada a lo largo del día desaparecía de su cuerpo. Era entonces cuando, por fin, la paz interior llegaba a ella y el rastrillado se volvía más calmado. El jardín volvía a su ser, con sus suaves círculos concéntricos y pequeños caminos alineados con una perfección casi extrema. A él no le dirigía nunca ni una mísera palabra.
Le gustaba contemplarla mientras realizaba su ritual diario de relajación. Vivía sola, lo que le facilitaba enormemente aquel pasatiempo, por llamarlo de alguna manera. Cada día esperaba que le dirigiese alguna palabra, algún gesto que delatase que sabía de su presencia allí. Pero nunca había suerte. Cuando le acogió en su casa, pensaba que estaría bien cuidado y atendido, pero nada de aquello ocurrió. Por eso siempre la esperaba en el centro del bonito jardín, deseoso de algún mimo o alguna palabra de cariño.
Un buen día, Josefina apareció con unas grandes piedras en una bolsa enorme de supermercado. Junto a ellas, traía una buena cantidad de piedras de menor tamaño. Por su aspecto ya se podía intuir que su estado de ánimo era bueno, así que imaginó que dedicaría algún ratito a rastrillar el jardín y, con algo de suerte, le ofrecería algún mimo.
Pero para Josefina, al parecer, él era invisible. Fue sacando las grandes piedras y las fue colocando a su alrededor, formando un círculo perfecto. Alrededor de este círculo fue disponiendo, con gran cariño, el resto de piedras de menor tamaño. Eran como grava de tamaño grueso, que fue ordenada a su alrededor con una precisión casi milimétrica.
¡No se podía creer que no le hiciese ni el más mínimo gesto de cariño! Él, que siempre había estado allí, esperando sus cuidados, observándola con atención, siguiendo cada uno de sus movimientos, quedaba relegado a un absurdo segundo plano. ¡Qué diablos! ¡Quedaba en un plano que ni siquiera existía!
Fue acumulando tanta rabia en su interior que, desazonado por la ira, fue poco a poco convirtiéndose en una más de las piedras que lo rodeaban. Mustio, sin vida, pétreo. ¡Qué disgusto se llevó Josefina cuando lo vio! Ella que pensaba que a los cactus no había que regarlos…
Ana Centellas. Enero 2017. Derechos registrados.
MUY BUENO ANA, NO HAY QUE REGARLOS CASI PERO SÍ CUIDARLOS Y MIMARLOS
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¿A que sí? Una vez por semana al menos
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No tanto no, ¡Depende del peso que notes en la maceta! Uy ya me he metido donde no me llaman. Un beso.
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Yo le doy agüita una vez por semana y está más fresco… Pero ya me han enseñado a hacerlo bien 😉 Un besazo
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¡Jaté! No sé cómo lo haces. Estaba absolutamente enfrascado en el relato y, sin embargo, a la vez le daba vueltas al asunto: primero pensé en un perro o gato, luego en un horterignomo de jardín… Al final, un pobre cactus.
Bueno, a esta descuidada se le podría dejar al cargo de una flor de piedra. Porque algún día lloverá, digo yo.
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Ay no se me había ocurrido lo del horterignomo jajajajaja, habrá que pensar en él para otra vez
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Y yo esperando al duendecillo mágico…creo que veo demasiado Clan y Boing…
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Jajajaja el pequeño reino de Ben y Holly
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Yo pensaba en un fantasma o algo así, alguien que no sabía que estaba muerto.
Pero el giro del cactus ha sido fantástico. La descripción muy agradable y lleva a imaginar cosas varias hasta la resolución.
Muy bien escrito, Ana.
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Gracias, muchas gracias. Besos.
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Conozco esta historia en carne propia ¡Cómo iba a saber que necesitaba cuidados si en el desierto nadie lo hace!
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Los del desierto se cuidan solos, pero este pobrecito…
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Me ha encantado, sera por que me apasionan los jardines zen aunque en ellos no tienen cabida los cactus, excepto en los de tu imaginación claro esta. 🙂 Lo mismo a partir de ahora se ponen de moda, quién sabe lo que pasa por la cabeza de los japoneses. 🙂
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Ya, pero a mí me ha dado por plantar uno, fíjate, en una macetita cuca y eso. A lo mejor por eso estaba tan descuidado…
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Jajajaja. Quieres saber algo que muchos ignoran?
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Claro!! Cuenta, cuenta…
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A los cactus no se les riega la tierra, sino que se les riega directamente a ellos y con un pulverizador, las espinas son las encargadas de retener el agua aparte de protegerla de los depredadores.
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Coñe, pues yo tengo uno en casa y le ruego en la tierra. Y está bien lozano jajajaja
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Bueno pues hazme caso y veras como te echa hasta flores (serás la primera mujer que me hace caso en algo) 🙂
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No lo creo, pero bueno (lo último que has dicho), pero te haré caso. 😘😘😘
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:):)
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Muy bueno Ana, un poco de cariño vale mucho !! Un abrazo
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Con cariño se cambia el mundo si queremos! Besos!
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Como siempre me sorprendes. ¡Vaya final! He pensado en todo menos en un cactus o en cualquier maceta, ajajaja. Me encantan los jardines zen, compré uno cuando comencé a estudiar costumbres e historia de Japón, me relaja mucho. Respecto a los cactus, yo también los riego en la maceta, tengo tres , dicen que quitan las malas energías. Un beso enorme.
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Eso dicen, yo solo tengo uno pero creo que voy a repartir más por mi casa. Un besazo!!!!
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Me encantó. Besos a tu alma.
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Me alegra muchísimo! Besazos!
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no conozco los jardines zen, la historia es buena y te lleva con la imaginación por esas figuras en la arena que Josefina hace caprichosamente. Tiene un final de impacto, inesperado, sorpresivo.
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Muchas gracias! 😊
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¡Excelente, como siempre! Llegué a pensar que era un perrito o un gatito,pero me sorprendiste, jajaja. Con tu estilo exquisito, inmejorable.
¡Besos, Ana!
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Muchísimas gracias, Javi!! Besazos!!
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Ay que bonito comienzo, éste es de los mios pues va sobre un jardín muy cuidado. Leñe, pues no! De nuevo un cambiazo. Acabo asistiendo a un asesinato impune. Un beso.
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Jajaja es verdad, no lo había visto de esa manera. Besazos!
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Yo creía que era una gato celoso de los cuidados que su ama dedicaba al jardín, pero resulta que era una «mascota» más silenciosa aun si cabe!! Jaja 😉 Muy cghulo. Un beso y buen finde!!
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Gracias, Lidia! Un besazo y disfruta este finde, que ya no tendrás exámenes, no?
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Noooo jeje solo unos cuantos trabajos vía drive!! (Siempre hay algo, aunque sea liviano) 😉😘
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Madre mía, cómo ha evolucionado todo!
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Pobre cactus… A mí es la única planta que se me mueren siempre, creo que es un poco como el gato del mundo de las plantas, no es que no necesite cuidados, es que le gusta conservar su independencia!! Me ha encantado el relato.
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Jo, a mí se me morían todas siempre. He estado años sin tener plantas por no sentirme culpable por otro «planticidio», pero ahora les estoy pillando el punto. El año pasado «acogí» a ocho en mi hogar, y aquí siguen, haciéndome compañía. Me alegro mucho de que te haya gustado. Besos!
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Pobrecito… ahora más le vale a Josefina retirarlo, o va a estropear todas las corrientes de energía del jardín y va a dar mal yuyu de feng-shui.
Muy bueno ese toque final 😉
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Eso es porque no lo orientó hacia el norte. Gracias!! Feliz finde! 😘😘
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Yo la espero cada día,
ni me mira, ni sonríe,
la contemplo cuando llega,
si pudiera, gritaría.
Pero va pasando el tiempo
y la falta de alimento
y el desinterés de ella
me están quitando el aliento
y creo que ya estoy muerto…
Jeje, muy bueno el relato, me ha encantado. Pobre cactus… Tengo jardín y plantas en casa, pero mira, cactus ninguno. Si dan buena suerte quizá debería agenciarme uno, a ver si así se me pega algo.
Un beso.
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Muchas gracias por la poesía! Me encanta! Qué regalazo! Dicen de los cactus que se llevan las malas energías, así que ya sabes 😉. Encantada de verte por mi casa. Un besazo enorme! 😘😘😘
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Mira qué giro inesperado! Me ha gustado como fluía la historia y sobre todo el final. Gracias por compartirlo y guardártelo para ti.
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Muchas gracias, Celia! Un beso!
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Gracias!! Besazos!!
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