FlemingLAB – ¿Agradable despertar?

 

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Imagen: Pixabay.com

 

Este relato es la actividad #02 del Taller de Escritura Creativa de FlemingLAB, que podéis encontrar en el blog Masticadores de Letras

¿AGRADABLE DESPERTAR?

Despierto agitada, llorando, cubierta de sudor. Echo un vistazo en torno a mí. Es un lugar que me es por completo desconocido, nunca había estado aquí antes. Pero sé que estoy en la oficina, algo en mi interior me dice que estoy en mi oficina. ¿Cuándo la han cambiado? ¿Qué está pasando? ¡Dios mío! ¿Me he quedado dormida en la oficina? Con total seguridad me he despertado desorientada.

La oigo. Está muy cerca. Se acerca al despacho. No, por favor. Que no venga. Empezarán de nuevo los gritos, las humillaciones. ¿De qué humor estará hoy? Ojalá no se entere de que me he quedado dormida. La que se va a liar. ¡No he terminado el trabajo que me pidió! Recompongo los papeles lo más rápido posible, esparcidos sobre la mesa al caer dormida sobre ellos. Seco el sudor frío y enjuago mis lágrimas. Ya estoy acostumbrada a fingir, soy toda una experta. Recupero la sonrisa, esa tan falsa que parece hasta real. Esa que nunca ha sabido identificar. Siempre se la ha creído, tan de lista que se las da, y nunca se ha dado cuenta de mi engaño.

Ya está aquí. El corazón amenaza con salir huyendo de mi pecho, pero soy experta en disimular. La tranquilidad personificada me dicen los que creen conocerme. No podría haber nada más alejado de la realidad, cuando tiemblo cada mañana al entrar en este maldito despacho. Ya sé, inventaré alguna excusa creíble para justificar que no he terminado el trabajo. Dará igual, ya lo sé, pero algo tendré que decir. No puedo decir que me he quedado dormida. Eso nunca o montará en cólera.

Comienzan los gritos, si ya lo sabía yo. La puerta del despacho está cerrada, pero sé que todo el mundo los escucha, aunque nadie diga nada. Agacho la cabeza y aguanto el chaparrón. Como siempre. Como cada día. Sé que aunque tuviese el trabajo hecho me habría caído igual, pues con total seguridad algo no estaría bien. Es el pan nuestro de cada día. Y siento culpa, por no haber sabido complacerla. Y hoy me esforzaré aún más que ayer, solo por obtener su conformidad, algún mínimo reconocimiento. Siento su mano sobre mi brazo, arrancándome de la silla donde permanezco sentada. Cinco marcas bien visibles en mi brazo demuestran mi realidad. Pero, como siempre, no hago nada. Solo agacho la cabeza y callo. Sé que debería plantarle cara, no permitir las humillaciones, pero no puedo. El miedo me paraliza, me impide actuar con coherencia. Bien sé que esta actuación es denunciable, pero sigo sin hacer nada. Dar la razón, agachar la cabeza y callar, dar la razón, agachar la cabeza y callar, dar la razón, agachar la cabeza…

Resuenan unos fuertes golpes en la puerta de nuestro despacho. Es un compañero preguntando si va todo bien. ¡Qué bien! ¡Alguien que se preocupa! ¿Pero qué? ¿Serás capaz de decir que no? ¿Serás capaz de decir que no va nada bien? Vamos, sonrisa falsa, hazlo como solo tú sabes hacerlo. Muestra bien los dientes. Sí, así, eso es. Tú nunca me fallas. Todo en orden.

Me vuelvo a quedar a solas con ella. Entonces despierto, agitada, llorando, cubierta de sudor.

Ana Centellas. Febrero 2017. Derechos registrados.

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Publicado por Ana Centellas

Porque nunca es tarde para perseguir tus sueños y jamás hay que renunciar a ellos. Financiera de profesión, escritora de vocación. Aprendiendo a escribir, aprendiendo a vivir.

24 comentarios sobre “FlemingLAB – ¿Agradable despertar?

  1. Anda, que no hay casi acoso laboral ni nada en el texto. Y un toque a lo «Día de la marmota», me ha parecido ver; a fin de cuentas, es la rutina, el pan de cada día de quien está en un trabajo con un ambiente así. Ánimo para quien lo sufra, visto que por desgracia cada vez más en este mundo no se puede levantar la voz en tales tesituras…

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  2. ¡Ostras! Iba a decir que en tu relato se escondía un reflejo de la sociedad en que vivimos, donde muchos soportan esas humillaciones. Sin dejar de lado esas palabras, sin embargo, ese sueño interno, ese relato circular, me ha sorprendido y me ha encantado.
    ¡Mi enhorabuena, Ana! ¡Un besazo!

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  3. Es tremendo Ana. sé que hay casos así, pero te aseguro que el paradigma de la ineficacia. La calidad se resiente hasta límites insospechados y además de ilegal, el maltrato sale carisimo. Un beso.
    Ésta noche acabé a este lado del estrecho. Un beso

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      1. Emotivo. Real. Esperanzador. Una novela sobre personas comunes y corrientes que sufren cada día con sus pequeños sobresaltos. Del amor y del desamor y para los que somos de lágrima fácil, una delicia. Un repasito no le venía mal para deshacer algún lío con los nombres propios. Leñe que hay dos José. Un Hugo que se cuela en el 1227 en lugares de Víctor, al que hubiese puesto Manuel. Y al final un par de le cuando hablan de la niña. Con la hubiera quedado más claro. Ah una tal Encarna que pasaba por allí y no se que pinta en la parte de la boda. Pamiquesetehacolao al convite. Un besazo.

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      2. Jajajaja ya me he dado cuenta, que hay un Hugo en lugar de Víctor, y con los les mi cabeza se hizo una pelota que ya se ha desenredado. La Encarna no era la madre de Víctor? Ya ni me acuerdo! Jajajaja. Cuando tenga un poco de tiempo, le doy un repaso bien dado. ¿Dos José? El padre de la chica y el del restaurante ¿no? Yo creo que no hay más. El del restaurante es real! A lo mejor tendría que haber puesto otro nombre al otro personaje, pero es que me pedía ese… Gracias por leerme y comentarlo! Besazos!!

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