Por capítulos: «El viaje de Tita (I)»

 

EL VIAJE DE TITA
Imagen: Pixabay.com

 

EL VIAJE DE TITA (I)

¿Qué podía hacer yo? Solo era una tímida gotita de agua que temblaba colgando de un grifo. No tenía ni idea de lo que era capaz de conseguir. Y es que a veces… algo que parece insignificante puede conseguir cosas grandiosas.

Como os contaba, yo soy una pequeña gota de agua. Alguien, por la mañana, después de lavarse la cara, se olvidó de mí y aquí me quedé, colgando de la boca del grifo sin destino fijo. Bueno, sí, mi destino, sin duda, era caer en aquel inmenso lavabo que había debajo de mí. En el fondo tenía suerte, no me podía quejar. Me habían contado historias horribles sobre gotitas de agua como yo que habían sido bebidas por esas enormes criaturas que llamaban humanos. Yo siempre tuve miedo de que me tocara aquello, terminar mis días dentro de un humano. Me dan escalofríos solo de pensarlo.

Pero es que otras posibilidades tampoco eran muy alentadoras, no os creáis. Había escuchado también horrorosas historias de gotas que habían terminado en un extraño aparato, girando junto con un montón de excrementos humanos. Uf, casi que prefería ser bebida.

En cambio, otras historias que circulaban por la cañería donde yo crecí, decían que podías caer en forma de lluvia sobre un humano, deleitándote con una canción y formando una suave espuma junto con algún extraño mejunje que denominaban gel o champú.

A mí al final me tocó el lavabo. No era de las peores circunstancias en las que podía estar pero, si os digo la verdad, tenía miedo de caer y darme contra aquella superficie dura. Por eso estoy aquí ahora. Porque el humano que se estaba lavando la cara, cortó justo el grifo cuando yo estaba a punto de caer. Y me dejó aquí haciendo equilibrismo. Porque no os creáis que se preocupó por mí, no, creo que ni se percató de mi existencia. Al fin y al cabo, yo era solo una pequeña gota de agua.

Por cierto, me llamo Tita, que no me había presentado. Mira que soy maleducada a veces. Me pongo a hablar, a hablar, a hablar, y no me acuerdo de nada más. Pues sí, me llamo Tita, por lo de gotita. Claro que, estando como estaba, agarrada con una mano al lavabo para intentar no caer, pues claro, me había olvidado. Y es que ya no sé cuántas horas llevaba en aquella posición.

Al final, llegó un humano, de esos que hay más pequeñitos. Me gustan más que los mayores, porque he oído que les gusta mucho jugar con nosotras. Y sí, se puso a jugar conmigo, sí, pero no imagináis de qué forma. Empezó a darme suaves golpecitos, mientras yo me balanceaba de un lado al otro intentando no caerme de mi soporte. Pero cuando ya parecía que me había sujetado bien, me daba otro golpecito, riendo. Nunca olvidare aquellos enormes ojazos azules llenos de felicidad mientras jugaba con mi destino. Habría perdido hasta cogerle cariño. Hasta que al final, claro, con tanto meneo, me caí. Y fue ahí cuando empezó mi aventura.

Ana Centellas. Mayo 2017. Derechos registrados.

COPYRIGHTED

Publicado por Ana Centellas

Porque nunca es tarde para perseguir tus sueños y jamás hay que renunciar a ellos. Financiera de profesión, escritora de vocación. Aprendiendo a escribir, aprendiendo a vivir.

29 comentarios sobre “Por capítulos: «El viaje de Tita (I)»

  1. ¡Pobre Tita! Me temo que va a ir de desventura en desventura…
    Por favor, Ana, ten compasión de ella, que ella junto a muchas más nos hacen gozar mucho: la ducha (sobre todo a cuatro manos) la playa, el manantial tan claro y helado, los ríos con sus rápidos y sus remansos…
    Debemos tratarla con mimo, como al mejor amante, para que no nos falte nunca.

    Muy bonito, a ver como sigue. Un beso.

    Le gusta a 1 persona

  2. muy buen relato Ana, personificar elementos, es algo bien asentido por mi, por eso agradezco cuando otros lo ejercen, me hacen sentir no tan desequilibrado…jajaja…bien bonito como el brillo cristal de «Tita», que si la miras fija, notaras tu mundo en reflejo de cabeza, porque hasta esa destreza tiene…

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario