El relato del viernes: «Con el viento a mi favor»

 

CON EL VIENTO A MI FAVOR
Imagen tomada de la red

 

Este texto está dedicado a una persona muy especial que me pidió un relato sobre esta temática, ya que siente pánico al viento. Esto es lo que ha salido. Espero que te guste.

 

CON EL VIENTO A MI FAVOR

Carlos y yo salimos a pasear todas las tardes. Me encantan esos paseos con él, los dos juntos, compartiendo nuestros días. Solemos salir abrazados desde casa y no nos separamos en todo el tiempo que dura el paseo. Intercambiamos mil besos, mil paradas en el camino para demostrarnos nuestro amor.

Pero desde hace unos días, no salimos juntos a pasear. Un intenso viento ha llegado a la ciudad, parece que con intenciones de quedarse, y lleva ya varios días azotando nuestro barrio. A mí me encanta el viento, pero a Carlos no. Le da miedo. Parece increíble que un hombre como él, grande como un castillo, tenga miedo de un fenómeno meteorológico tan simple como es este, pero así es. Por ello, ya no quiere salir a pasear conmigo. Siempre me dice que si con tanto viento nos puede caer algo encima y matarnos, mira que ha sido siempre catastrofista este hombre. Yo siempre le respondo que si se queda en casa también puede dar un resbalón, darse un mal golpe y adiós, pero no logro convencerle.

Durante unos días, he dejado de salir a pasear, para permanecer en casa con él. Me he estado sentando cerca de la ventana y observando cómo el viento agita las ramas de los árboles, molesta a los pequeños pajarillos que quieren dormir entre ellas, revuelve la melena de las muchachas que salen juguetonas al parque, y revoluciona cualquier cosa que hay en la acera.

Pero a mí el viento me parece un elemento maravilloso, así que he vuelto a salir a mi paseo diario, pero sin Carlos. Sentir el aire en la cara es una delicia, mis cabellos se revuelven enloquecidos, como si tuvieran vida propia. Una enorme sonrisa ilumina mi rostro cuando cierro los ojos y dejo que el viento me golpee. ¡Me siento viva! Es una sensación extremadamente parecida a cuando dejo caer las gotas de lluvia sobre mi cara. ¡Siento que estoy viva! Eso me pasa al igual con el viento.

Miro el cielo, en el que unas pequeñas nubecillas viajan a toda velocidad. El viento las empuja, igual que empuja la capa de contaminación que cubre nuestra ciudad, haciendo el aire mucho más sano y respirable. Por unos instantes, me detengo a pensar si el viento estará alejando las nubes de aquí o, por el contrario, estará entretenido enviándonos nubes más grandes que descarguen su fresca lluvia sobre nosotros. En cualquier caso, le doy las gracias al viento por el trabajo que realiza.

De vuelta de mi paseo, el viento se sitúa a mi espalda. Me hace avanzar a un paso presuroso, siento la sensación de que en cualquier momento podría comenzar a volar. Y eso me hace sentir libre. El parque, el viento y yo, tres elementos en libertad. Mi pelo se conduce solo con fuerza hacia adelante, casi tapándome el rostro, como si quisiera ser el primero en iniciar el vuelo. La experiencia es maravillosa.

Cuando llego a casa, Carlos está sentado en el sillón viendo un absurdo programa de televisión, uno de esos que te aliena y te absorbe el cerebro, como me gusta decir. Mi sonrisa no puede ser más amplia, y él se percata de ello en décimas de segundo.

—¿Se puede saber qué ha pasado para que vengas tan feliz? —me pregunta, con una media sonrisa.

—Nada —, le contesto—. El viento, que estaba a mi favor hoy.

Sé que le he dejado con una gran incógnita con mis palabras. Por eso no me ha sorprendido nada cuando hoy, ya pasada la noche en la que se oía el ulular del viento a través de las ventanas, ha sido él el que me ha agarrado de la mano y, tirando de mí, me ha dicho:

—Ven, ayúdame a conocer la magia del viento, esa que te produce esas sonrisas tan auténticas. Muéstrame tu felicidad.

Sin mediar palabra, hemos salido los dos a la calle, corriendo, gritando como dos niños pequeños, dejando que el viento nos empujase, sintiéndonos libres, girando, y riendo. Sintiendo como el viento nos hacía sentir realmente vivos.

Ana Centellas. Junio 2017. Derechos registrados.

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Publicado por Ana Centellas

Porque nunca es tarde para perseguir tus sueños y jamás hay que renunciar a ellos. Financiera de profesión, escritora de vocación. Aprendiendo a escribir, aprendiendo a vivir.

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