TODA UNA VIDA PRESTADA
Marta llevaba dos años viviendo una vida de prestado, una vida que no era la suya. Las circunstancias de su pasado hicieron que se topara con ella, no tanto por gusto como por necesidad. Al principio, cuando se encontró en aquella situación, sintió miedo, mucho miedo. Lo cierto era que un pánico atroz le corroía las entrañas, de manera que le impedía disfrutar con plenitud de aquella nueva vida que le habían prestado, sin saber durante cuánto tiempo, con un futuro incierto frente a sus ojos.
Si alguien le hubiese preguntado en aquellos momentos, Marta no hubiera sido capaz de responder con ningún criterio. Sentía pánico, sí, pero tampoco conocía a ciencia cierta el porqué de ese miedo que la atenazaba día y noche. No hubiera sabido precisar si el miedo que sentía correspondía a la pérdida de su vida o a la posibilidad de perder la nueva que le habían prestado.
En estos momentos, casi dos años después, tras la perspectiva que nos ofrece el tiempo, Marta ya es capaz de discernir que el intenso miedo que sentía era a regresar a su antigua vida. De hecho, hace mucho tiempo que lo sabe, aunque entonces no fuera consciente de ello. Tomó la vida prestada como una insuflación de energía vital, un cortafuegos que ponía tierra de por medio entre sus dos vidas. Y le gustaba su nueva vida, mucho.
Si nos paramos un segundo a analizar su vida de prestado, pronto podremos darnos cuenta de que Marta había cometido un grave error. Se reconstruyó a sí misma, con gran esfuerzo, sobre su vida prestada. Ya no era la misma, tenía otras inquietudes, otros gustos, otras motivaciones. Y proyectos, muchos proyectos. Había organizado todo en torno a su nueva vida como si esta no fuera a tener jamás un final, la había hecho suya, propia.
De pronto, el pasado llamaba a su puerta con insistencia. La instaba a regresar, se le había acabado el tiempo que duraba aquel préstamo y tenía que retomar su antigua vida, aquella que la había acompañado siempre y que odiaba tanto. Todos los sueños, ilusiones y proyectos que con tanto ahínco había planeado durante esos dos largos años, que para ella se habían hecho infinitamente cortos, de pronto se desvanecían como si fueran castillos en el aire.
Pero Marta ya no es la misma. Ya no es la Marta de su antigua vida, sino una nueva que se había reinventado partiendo de cero, acorde a su nuevo estatus. Y luchará, desde luego, con todas sus fuerzas, para no volver a aquel pasado que le hizo tanto daño, mientras piensa que no le importaría vivir con toda una vida prestada.
Ana Centellas. Abril 2018. Derechos registrados.
*Imagen tomada de la red (editada)
Creo tendriamos que hablar… referido a. un saludo cordial juan re enviame un e mail
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Ok Juan
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me gusta!!
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😊😊😊😊
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¡Esperanza! Un besazo.
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Jajajaja, no estaría mal eso, eh? 😘😘😘😘
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Intrigada me ha dejado… En serio, 😌
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Si yo te contara…
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Ahora más todavía….🤔
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Con un café ☕️😘😘😘
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