EL LIBRO DE TUS SUEÑOS (II)
Aquella noche Dani se acostó temprano. No era lo habitual en él, pero un cansancio extraño le invadió desde tempranas horas de la tarde. En apenas unos minutos se había quedado dormido. El sueño fue apacible y sosegado, sin ninguna interrupción hasta que, ya de mañana, sonó el despertador que avisaba de que tenía que ir al colegio un día más. Cuando se despertó, observó el libro que su madre había dejado el día anterior sobre su mesa y recordó las extrañas circunstancias en las que había aparecido. Sin darle mayor importancia, fue directo a la cocina para tomar un buen desayuno.
Entre bostezos y grandes cucharadas de su tazón de cereales con leche, Dani fue recordando escena por escena todas las imágenes del sueño que había tenido aquella noche. En raras ocasiones se acordaba de lo que había soñado durante la noche y, casi siempre que lo recordaba, solía olvidarse a los pocos minutos. En cambio, aquel día el sueño se le presentaba en su mente como si fuera una película, como si en realidad lo hubiese vivido y se tratase de un recuerdo más. Le sorprendió de una manera muy grata, era maravilloso poder volver a recrear aquel estupendo sueño en el que era un malvado pirata que luchaba con fiereza sobre la cubierta de su barco, mientras la bandera negra con la calavera ondeaba a merced del viento y de los envites de la cruenta lucha. Tanto se dejó llevar por la viveza del recuerdo que solo volvió a la realidad cuando su madre le dio una voz más alta y se dio cuenta de que su bol de cereales seguía sin terminar y ya era casi la hora de marchar hacia el colegio.
Sacudiéndose el sueño de la cabeza, terminó con prisa su desayuno y regresó a su habitación para vestirse. La ropa le esperaba doblada con cuidado sobre una silla pero, cuando estaba a punto de cogerla, algo nuevo llamó su atención una vez más aquella mañana. Era el libro, aquel aburrido libro de páginas vacías. «El libro de tus sueños». Llamativo nombre para no contener más que añejas hojas de papel en blanco. En apariencia, nada en él había cambiado, salvo por el detalle de que el grueso volumen se encontraba tirado en el suelo. Él recordaba a la perfección haberlo visto sobre la mesa cuando se despertó y su madre jamás lo dejaría sobre el suelo. Soltando la ropa, se dirigió a recogerlo y, por curiosidad, echó un nuevo vistazo a sus páginas. Casi pierde la respiración.
Las primeras páginas del libro, que ayer mismo estaban impolutas, ahora representaban una historia que ocupaba varias de ellas. Con una caligrafía preciosa, acompañada de ilustraciones de vivos colores, se encontraba narrado el mismo sueño que había tenido aquella noche, el que había recordado con tanta precisión hacía unos minutos mientras tomaba su desayuno. Incluso estaba él mismo representado en una de las escenas del forcejeo entre piratas. ¡Era él! ¡Estaba seguro! ¿Cómo era aquello posible? Una nueva llamada de atención de su madre le hizo guardar el libro con premura en uno de los cajones. Se vistió y partió hacia el colegio sin decir nada de lo que había ocurrido.
El día transcurrió intranquilo para Dani. No lograba concentrarse y su mente solo podía pensar en el suceso extraordinario que había tenido lugar en su dormitorio. Las horas parecían sucederse con una lentitud fuera de lo común y no veía la hora de que terminaran las clases y poder regresar a casa. Necesitaba comprobar que aquello que había visto por la mañana era cierto y no un producto de su imaginación. Quizá el haber recordado aquel sueño con tanta agudeza le había jugado una mala pasada y después había creído ver algo que no era real. Debía de ser eso. Si no, ¿cómo se explicaba toda esa situación?
Pero, en el fondo, sabía que aquella explicación racional que estaba ideando no justificaba ni siquiera el hecho de que el misterioso libro en blanco hubiese aparecido de buenas a primeras sobre su mesa sin que sus padres hubiesen tenido nada que ver en ello, como le decían. Y, a juzgar por la expresión de sorpresa que había podido observar en sus caras cuando abrió el paquete, juraría que, en realidad, ellos estaban igual de sorprendidos o más que él.
CONTINUARÁ…
Ana Centellas. Agosto 2018. Derechos registrados.
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*Imagen tomada de la red (editada)
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Muchas gracias 😊
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