
Buscando a Paz
Llegó un momento en mi vida en el que quise buscar la paz. No ya la paz mundial, jamás pretendí que mis humildes manos pudieran estar al alcance de semejante quimera. Mis pretensiones eran, con mucho, más modestas. Mi búsqueda se dedicaba tan solo al encuentro de mi paz interior.
Cuando utilizo la expresión «tan solo», no quiero decir con ello que se trate de una empresa de poca monta, ni mucho menos. De hecho, pronto tuve la ocasión de constatar que el camino no iba a ser sencillo. Es más, me di cuenta incluso de que ni siquiera sabía si disponía de los medios necesarios para conseguirlo, sobre todo, si partimos del hecho de que yo mismo desconocía cuáles eran esos medios.
En un primer momento creí conocerlos, pero pequé de ingenuo a más no poder. En mi ignorancia, estaba convencido de que mi intranquilidad era debida, ni más ni menos, que al estrés laboral. Traté, con muy buenos resultados, todo hay que decirlo, de tomarme las cosas de otra manera. Manteniendo mi constancia y mi saber hacer, realizaba mi trabajo con mucha más calma y procurando no alterarme demasiado. Gané mucho con ello. Sin embargo, aquellas simples medidas no consiguieron librarme de la desazón que me abatía interiormente.
Traté entonces de disponer de más tiempo libre para mí. Durante meses me dediqué a realizar todas mis actividades favoritas, a pasar el máximo tiempo posible con mi familia y mis amigos. Llegué incluso a ocuparme hasta la práctica extenuación en todo aquello que verdaderamente me gustaba hacer. Sin duda, aquello fue muy positivo. Mi vida social gozaba de una excelente salud, pero, aun así, no lograba alcanzar esa calma interior que tanto necesitaba. Me encontraba inquieto y todavía desconocía el motivo.
Algo dentro de mí se iluminó cuando tuve la idea de desconectar de todo y creí haber encontrado la solución. Puse toda mi ilusión en planificar el viaje que me llevaría al reencuentro con mi tan ansiada paz interior. Partí solo, sin más compañía que la que yo mismo me conseguía proporcionar y sin saber siquiera si era la correcta. Disfruté de los más bellos paisajes que jamás hubiera logrado contemplar con mi imaginación, descubrí maravillosas especies de una flora y una fauna por completo desconocidas para mí, conocí a personas increíbles que derrochaban cariño en la misma proporción que humildad. Sin embargo, dentro de mí podía seguir escuchando ese ruido que entorpecía mi paz.
Precisé de varios años y miles de kilómetros de distancia para comprender que, por más silencio que me rodease, no alcanzaría la paz hasta que no lograse callar a mi mente.
Ana Centellas. Octubre 2019. Derechos registrados.

*Imagen tomada de la red (editada)

Reblogueó esto en El Noticiero de Alvarez Galloso.
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