
Para siempre
El corazón palpita con fuerza dentro de mi pecho en el instante en que introduzco mi contraseña, mientras mantengo los dedos cruzados como si ese simple gesto pudiese evitar encontrarme con otro de sus comentarios. Ni siquiera lo conozco, pero ha conseguido que el hecho de acceder a mi perfil se convierta en el momento de más tensión del día. ¿Por qué no se olvidará de mí? Solo subí un selfie y, desde entonces, no he vuelto a publicar ni una sola fotografía mía. ¿Cómo hacerlo si a la imagen más ingenua le encuentra siempre una connotación sexual?
Ahí está. Su comentario brilla en la pantalla como una luz de neón en la más absoluta oscuridad. Pienso en responderle, como en tantas otras ocasiones, en pedirle que, por favor, se abstenga de realizar ese tipo de comentarios, pero sé que, en el fondo, no servirá para nada. Siento dentro de mí ese cosquilleo, tan conocido ya, que produce la indefensión, pero hoy mi paciencia ha llegado a su límite. Tomo por fin la decisión que tenía que haber tomado hace tiempo y solo siento alivio cuando denuncio y bloqueo su perfil.
Desaparece de mi vida, para siempre.
Ana Centellas. Octubre 2019. Derechos registrados.

*Imagen: Pixabay.com (editada)
