
El infiel
Hasta el cielo se eleva su súplica,
lamento amargo de un corazón frío,
abatido en la justa de la vida,
herido de muerte al amanecer.
Llueve el llanto del alma desgarrada
desde el firmamento plomizo y agrio
que hace oídos sordos a su ruego,
recta penitencia de una vida sin fe.
Espera una palabra de consuelo
que sane su conducta inadecuada,
pero solo alcanza a sus oídos
de las campanas un ácido tañer.
Hipócrita es el cielo de esperanza,
farisaico el futuro paraíso,
relegado a vivir en un infierno
en el que nunca termine de llover.
Jamás tendrá una cruz su sepultura,
nunca verá el perdón de sus pecados
ni sabrá por cuál cumple la sentencia,
sufrirá siempre el destierro del edén.
Mísero de él porque su mayor culpa
habrá sido ser simplemente humano,
terrenal en el polvo y en el cielo,
solo un humano al que tacharon de infiel.
Ana Centellas. Diciembre 2019. Derechos registrados.


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