
¿Falta mucho?
Avanzaban encorvados, arrastrando los pies, sintiendo el peso de los años sobre sus espaldas. Iban en fila, uno detrás de otro, en completo silencio. Solo se escuchaba el sonido de las respiraciones entrecortadas.
—¿Falta mucho? —preguntó Baltasar, que iba en último lugar, por tercera vez en lo que llevaban de noche. Siempre se había caracterizado por su impaciencia y el paso de los años no había hecho más que acentuarla.
Gaspar resopló con fuerza y se giró hacia él.
—No, Baltasar, no. Solo nos queda el hemisferio sur— repuso, sin poder evitar la ironía en su respuesta. Siempre le habían tildado de quejica y llevaba toda la noche mordiéndose la lengua para que no se notase su disgusto.
Melchor se detuvo un instante, haciendo que la comitiva se chocase contra él.
—Vamos, chicos, que somos magos —les alentó con una sonrisa. No en vano le llamaban Melchor, el optimista.
—¿Recordáis el año que solo le llevamos regalos a un niño? Ay, ¡qué tiempos aquellos! —suspiró Baltasar.
—¿Y de quién fue la idea de repartir regalos a todos los niños del mundo, eh? ¿De quién? —contestó Gaspar, con su habitual retintín.
—Mía, ya lo sabes. ¿Hasta cuándo vas a estar reprochándomelo? —preguntó Melchor.
—Hasta que nos jubilemos, Melchor, hasta que nos jubilemos…
Ana Centellas. Diciembre 2020. Derechos registrados.


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