El relato del viernes: Memories – «Bajo la niebla»

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Bajo la niebla

Sergio y Sofía habían decidido pasar un fin de semana de aventuras, romántico, sin niños. Una escapada a plena naturaleza, que tanto les gustaba a los dos. Compraron una flamante tienda de campaña y el viernes por la tarde se despidieron con cariño de Tomás y Andrea, sus dos pequeños, que habían dejado con sus abuelos mientras durase la escapada.


Llevaban semanas planificando el viaje, el lugar al que irían, las rutas que querían hacer… Todo estaba organizado a la perfección. Así era Sergio, planificador a más no poder, no podía faltar un detalle. Sofía era más aventurera, le gustaba salir sin un rumbo fijo y acampar en el lugar que les pareciese más bonito, que más les llamase la atención, sin tener nada preparado con antelación. Esta vez había ganado Sergio, tenía unas más que abundantes dotes convincentes, debido a su trabajo de comercial. Así que Sofía no pudo más que claudicar y rendirse a la evidencia de que Sergio tenía razón. Ir sin ninguna planificación podía resultar incluso peligroso.


Guardaron en sus grandes mochilas todo lo necesario. Cargaron en su flamante todoterreno la tienda de campaña y pusieron rumbo al lago que Sergio había seleccionado. Llegaron casi al anochecer, tuvieron que montar la tienda alumbrados por el candil, y terminaron tan rendidos que cenaron unos sándwiches dentro de la tienda y cada uno se fue a su saco a dormir.


La mañana amaneció gris, como anunciando un mal presagio, cosa que sólo presintió Sofía, mientras Sergio preparaba el desayuno. El lago apenas se veía, cubierto por una neblina espesa que a Sofía se le antojó hasta tétrica. Aún así, iniciaron su excursión, ya que el móvil de última generación de Sergio no anunciaba lluvia para esa zona, es más, anunciaba un tiempo radiante. A pesar de los temores de Sofía, la excursión transcurrió sin incidentes. Diez kilómetros de ruta bosque a través, parada para comer en un claro del bosque, y otros diez kilómetros de vuelta hasta el lago.


Cuando llegaron al lago, dispusieron todas las cosas para mantener una cena romántica, hacía tiempo que no podían disfrutar de algo así, y en la mirada de ambos se podía descifrar el deseo contenido de tantas noches de cama ocupada por los pequeños. La niebla sobre el lago se había convertido en aún más densa. Pero a esas alturas a ninguno de los dos les importaba. Sofía, a espaldas de Sergio, fingiendo dar un paseo antes de desayunar, había escondido entre unos matorrales cercanos al lago un regalo especial para él.


Tras la cena, y varias copas de vino, estaban los dos bastante animados. Sofía se levantó insinuante y le comunicó a Sergio que en seguida volvía. Sergio rápidamente le perdió de vista, la oscuridad de la noche era total, no había ninguna luna que alumbrase el cielo y la niebla densa que había sobre el lago no le permitían ver más allá de lo que alumbraba la luz de la pequeña hoguera que habian preparado. No obstante, Sofía se había adentrado en las profundidades de la maleza sin ningún tipo de luz.


Tardó bastante tiempo en regresar y Sergio estaba ya visiblemente inquieto. Hasta que por fin le vio, caminando lentamente por la oscuridad tarareando una siniestra canción. No pudo por menos que poner una cara de espanto en cuanto le vio a la luz de la hoguera. El precioso vestido blanco que se había puesto para la romántica cena, lucía desgarrado y cubierto de sangre. Tenía unos extraños arañazos por la cara y el pecho y su expresión era totalmente ausente. Continuaba tarareando aquella maldita canción. Después del shock inicial, Sergio se levantó de golpe y fue corriendo hacia ella, a abrazarle, a darle su cariño y protección. Pero la mirada de ella se volvió voraz, y Sergio detuvo enseguida su acercamiento. ¿Qué demonios estaba pasando alli? ¿Qué le había pasado a su alegre y vital mujer?


– ¿Qué ha pasado vida mía? – se atrevió a preguntarle. Ella esbozó una sonrisa que a Sergio se le antojó un tanto sádica.


– La criatura del lago me ha hablado. Debemos ir con ella cuanto antes. – y le ofreció una de sus ensangrentadas manos, una mano huesuda que no reconoció como la de su propia mujer.


– Pero, ¿qué estás diciendo Sofia? ¿Acaso te has vuelto loca? – pero la expresión de ella era cada vez más y más infrahumana.


– Apura, Sergio, la criatura del lago nos espera y no debemos hacer que se moleste.


Ante la resistencia que él puso, una fuerza hasta entonces desconocida en Sofía, casi casi sobrenatural, emergió de ella, arrastrándole hacia la densa niebla la que cubría el lago sin ningún tipo de conmiseración. El agua, lejos de ser cristalina como había pensado en un principio, era un nauseabundo cenagal que amenazaba con tragárselo por completo. Enloqueció completamente cuando vio emerger de la ciénaga al ser más horripilante que jamás había podido imaginar. Vio cómo Sofía se entregaba a él sin restricciones, le arrancaba el corazón con una facilidad pasmosa y vio desaparecer a su amada en las profundidades del lago sin poder hacer nada por evitarlo. Ningún sonido salió de la garganta de Sofía. Posteriormente, se abalanzó sobre él y repitió el mismo proceso, retumbando en el valle un alarido de dolor.

Cuentan los ancianos del lugar que en las noches de luna nueva como aquella, aún se pueden escuchar los gemidos del amante que no pudo hacer nada por salvar a su chica, mientras una hoguera que nadie ha prendido, ilumina un precioso mantel a cuadros y dos copas de vino.

Ana Centellas. Octubre 2016. Derechos reservados.

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Publicado por Ana Centellas

Porque nunca es tarde para perseguir tus sueños y jamás hay que renunciar a ellos. Financiera de profesión, escritora de vocación. Aprendiendo a escribir, aprendiendo a vivir.

7 comentarios sobre “El relato del viernes: Memories – «Bajo la niebla»

  1. Vaya que me has sorprendido!! De adorables prosa o historias de vida, un micro relato del inframundo!! Genial…que versátil eres mujer!! Te felicito!! Un maravilloso fin de semana, junto a un cálido saludo.

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