Stand by

Hay veces que la vida necesita tomarse un respiro. Detenerse unos instantes, reflexionar y mirar un poquito hacia dentro para poder darte cuenta de que realmente merece la pena seguir adelante.

Hace seis años, yo tuve que parar la mía. Pulsé el botón de pause sin previo aviso y la frenada fue tan fuerte que puso patas arriba mi mundo tal como lo había conocido hasta entonces. Por suerte, tuve la valentía (o la cobardía) suficiente para no pulsar el stop. 

Desde hace meses, mi vida me lleva pidiendo un descanso a gritos. Sus motivos tendría, pero no me los ha querido contar. A pesar de los años, aún no tenemos tanta confianza. Al principio, traté de ignorarla, de hacer oídos sordos a esa vocecilla impertinente que me pedía parar. Un pequeño empujón en el momento adecuado me hizo reaccionar y elevar mi voz, pensando que, de esa manera, lograría acallarla. Y, durante un tiempo, creí haberlo conseguido. Pero en las últimas semanas ha vuelto a la carga con tal fuerza e insistencia que no me ha quedado más remedio que rendirme a la evidencia. Necesito parar. Porque hay veces que no puedes con todo y punto. Y no pasa nada. Si hay que parar, se para. Así que, una vez más, me preparo para pulsar el botón de pause.

¿Durante cuánto tiempo? No tengo ni idea. Quizá sean semanas, quizá meses. A lo mejor, incluso, surge algún proyecto bonito de todo esto. ¿Por qué no? De momento, me quedo en stand by. 

Sé que a algunos de vosotros os gusta mi trabajo. Por eso, desempolvaré algunas letrillas guardadas en el baúl de los recuerdos para así, de alguna manera, continuar estando presente entre vosotros. Aunque sea desde la sombra. 

Un abrazo infinito.