Ardes. Y con tu fuego te llevas un pedazo de mi vida, un trocito de mi alma, un mordisco de mi ser. Cegado de incandescencia se resbala entre los dedos el tiempo, mártir yugo de tu ausencia y esclavo de tu silencio. Lloro porque te consumes y el rescoldo ya no abriga, pasa el frío. Y entre girones de humo, como gota en el desierto yo también me consumo. Arde, por favor. Arde.
Ana Centellas. Noviembre 2020. Derechos registrados.
Como si fuera de agua, fluye al vaivén de mi marea hasta que lleguemos juntos a una orilla abandonada cubierta de arena de olvidos y eternas puestas de sol.
Como si fuera de aire, vuela como hace el pájaro a favor de las corrientes y sumérgete en mis suspiros hasta que ambos respiremos el soplo de tu sudor.
Como si fuera de fuego, prende en silencio la mecha del barreno que socave mi voluntad y la tuya, entre volutas de humo enciende tu munición.
Como si fuera de tierra, moldéame con tus manos como herramientas sinceras que limen mis asperezas hasta regresar al barro que no entiende de color.
Como si fuera de carne, devórame con tal ansia que logres sofocar tu hambre y conviérteme en alimento de tus propias ilusiones, en sustento de tu amor.
Como si fuera de polvo, como si fuera de niebla, como si fuera de vida, como si fuéramos uno y no, simplemente, dos.
Ana Centellas. Noviembre 2020. Derechos registrados.
No me quites la ilusión, deja que crea por siempre que aún existe la magia que puede hacerme feliz. No me despiertes del sueño que viene de mi niñez, deja que viva el hechizo, déjame beber la pócima que me hace sonreír. Cierra mis ojos con tiento y arrópame las entrañas cuando veas en mi rostro el cansancio que delata que ya no puedo seguir con la vigilia del alma. Y no me quites la ilusión porque quiero levantarme y encontrarme bajo el árbol intacto mi corazón.
Ana Centellas. Diciembre 2020. Derechos registrados.
Se va. Sin pena ni gloria, pero se va. Y con su marcha se deja, olvidados, descuidados, los abrazos que perdimos, los besos que no nos dimos y el corazón sin aliento. Cuántas sonrisas vacías quedaron en el olvido, cuántos encuentros furtivos guardados en un cajón. Se va. ¿Cómo será el que le sigue? Poco esfuerzo necesita para lograr ser mejor. Solo una cosa le pido, que me reúna con mi gente. Y hasta nunca, 2020.
Ana Centellas. Diciembre 2020. Derechos registrados.
Engalanadas, las calles disfrazan el frío de fuego, el hielo de vida, el dolor de amor. En torno a la mesa se refugia el miedo, vestido de canto, de rojo y dorado, de dulce licor. Y cuando el silencio envuelve los rostros cubiertos de plata, de nieve y escarcha se oye una oración. Que siempre veamos, aunque pase el tiempo, aunque muerda el llanto, los ojos de un niño brillar de ilusión.
Ana Centellas. Diciembre 2020. Derechos registrados.
Ya me he roto tantas veces que me falta algún pedazo que salió desperdigado. En su lugar quedó el vacío. Mísero puzle incompleto que vaga en el calendario a remolque de los días, a rebufo de las horas, arrastrándose en el tiempo. Ya no hay soles que me alumbren ni lunas que me consuelen. Triste muñeco perdido. Perdido en metamorfosis, en conversiones del alma, dejé en mi última mudanza la crisálida sin forma y el caparazón vacío. Y aun sintiéndome tan árido vivo esperando el momento de mi próxima rotura para ver cuánto he crecido.
Ana Centellas. Noviembre 2020. Derechos registrados.
Una capota de acero cubre el cielo. Ha cambiado su dureza por el tacto suave y laxo de un tejido de algodón. Me ha recubierto de miedo con su velo y ha mojado con sus lágrimas este sentir indefenso que cubre mi corazón. De tu rostro hay un bosquejo, puedo verlo. Y mirando al firmamento, de tus ojos un recuerdo, ahora también lloro yo.
Ana Centellas. Noviembre 2020. Derechos registrados.
Próxima la noche al óbito surge el anhelo en la piel. Transita una senda de besos hasta el río que transcurre sereno, solo en apariencia. Fluye un arroyo de fuego, con afluentes de lava -y saliva- que se deslizan sin pausa de la cima de un volcán. Un escalofrío, dos, cuatro… Y el universo se funde para yacer licuado en el fondo azucarado de una copa de ginebra.
Ana Centellas. Octubre 2020. Derechos registrados.
Te busqué entre mis memorias, en mis sueños archivados entre bolas de algodón. Te busqué por los caminos, aquellos por los que dejamos piedrecitas de color. Te busqué en la lejanía, creyendo que la distancia fue la que nos separó. Te busqué entre las arenas de las playas del olvido, donde las puestas de sol. Te busqué y no hallé tu nombre desdibujado con tiza en medio de un corazón. Te busqué y, por buscarte, fui yo la que se perdió.
Ana Centellas. Octubre 2020. Derechos registrados.