Por capítulos: «El hermano mayor» (Parte V)

 

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Imagen: Pixabay.com

 

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EL HERMANO MAYOR (PARTE V)

Ni qué decir tiene que el cabreo que se pillaron los padres de Víctor fue monumental. Su madre tuvo que ser atendida por una crisis de ansiedad. Hay que ver, lo sentida que era la mujer cuando se trataba de sus hijos y el poco tiempo que les dispensaba. Era toda una paradoja.

Rosana buscó y rebuscó en los libros, tanto en el de la biblioteca como en el que le había regalado su tía, a pesar de que ya había comprobado que no era verdadero, la manera de revertir el hechizo que le había echado a su hermano. Todos sus esfuerzos fueron en vano y a cada momento estaba más nerviosa. Su madre pensó que su hija estaba a punto de sufrir un ataque de pánico, como ella, al verse sola y desatendida en casa y, sobre todo, abandonada por su hermano mayor. Lo que ocurría en realidad es que cada vez veía más cerca el momento de contar a sus padres la verdadera historia y tenía mucho miedo de la bronca que le caería. Y además, ¿qué pasaría si su hermano no volvía nunca a tener su estado habitual?

Víctor, por su parte, voceaba y voceaba dentro de la pequeña casa, pero nadie le escuchaba. Era tan reducido su tamaño y con la casa girada hacia la pared, que su voz apenas salía de aquellas paredes. Por no decir que el jaleo que había en la habitación ya de por sí era suficiente para ahogar su aflautada voz de enanito.

La cosa parece que se relajó un poco, una vez que Víctor se suponía de celebración con sus amigos y la familia ya estaba reunida. Celebraron la cena los cuatro juntos sin mayores problemas y Rosana prácticamente se había olvidado de su hermano. Hasta que subió a la habitación a acostarse, y escuchó un ligero murmullo. Le dio la vuelta a la casita y allí estaba Víctor, llamándola desesperado. Estaba muerto de hambre.

Con disimulo bajó a la cocina y le subió un plato de sobras de la cena. Claro, para él era gigante y apenas probó unos pequeños bocaditos. Por suerte para él, la pequeña casita estaba perfectamente equipada y puso pasar allí la noche sin problemas.

A la mañana siguiente se armó un gran revuelo en la casa, ya que Víctor no había regresado a dormir. Su madre estaba histérica perdida, su padre tratando de calmarla, Dani estaba jugando a su bola y Rosana intentando retrasar el momento en que tuviese que decir la verdad. Cada vez quedaba menos tiempo, porque para el sábado por la tarde sus padres ya estaban hablando de llamar a la policía a denunciar la desaparición de su hijo mayor.

Lo que Rosana no había leído era la letra pequeña que había al final del libro de hechizos, en la que ponía que todos los hechizos se deshacían a las veinticuatro horas. Así fue como, a media tarde, un gran estruendo proveniente del cuarto de Rosana alertó a la familia, que había formado un gabinete de crisis en el cuarto de estar, para que Dani pudiese ver tranquilo los dibujos. Subieron todos con rapidez y se encontraron con la casa de muñecas destrozada, y un Víctor cubierto de pintura sentado en el suelo a su lado. No se podía determinar si estaba más agotado, aliviado o enfadado. Desde luego, un cóctel emocional muy peligroso para la niña, que intentó escabullirse entre sus padres.

Un agarrón de su hermano la hizo permanecer en la habitación y explicar lo ocurrido a sus anonadados padres, que todavía no podían creer lo que estaba sucediendo.

Rosana se llevó un buen castigo, pero al menos los padres comprendieron el motivo por el que la niña lo había hecho y por fin dedicaron más tiempo a sus hijos pequeños, dando a su hijo mayor la independencia que tanto necesitaba. Al final, la travesura de la niña, el enfado de su hermano y el susto que se llevaron sus padres, confirmaron el refrán, no hay mal que por bien no venga.

 

Ana Centellas. Marzo 2017. Derechos registrados.

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Publicado por Ana Centellas

Porque nunca es tarde para perseguir tus sueños y jamás hay que renunciar a ellos. Financiera de profesión, escritora de vocación. Aprendiendo a escribir, aprendiendo a vivir.

14 comentarios sobre “Por capítulos: «El hermano mayor» (Parte V)

  1. Menos mal, que a la ausencia de gato familiar y a la caducidad del hechizo Víctor no sé queda ejerciendo el papel de microhermano toda la existencia. Este vale como cuento para niños, cambiando cuatro letras y añadiendo una moraleja. Jajajaja. Un beso.

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  2. Me sorprendes siempre con esa imaginación que tienes tan inmensa y fabulosa. Menos mal que con 24 horas todo volvia a la normalidad. Me encanta que al fin sus padres se dieran cuenta de que estaban fallando y tenían que estar más tiempo con sus hijos. Te felicito, me encantó, linda. Besos a tu alma.

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  3. Bueno, pues se acabó con bien para el pobre Víctor. Eso sí, si me permites, creo que hay una pequeña incongruencia argumental: Rosana cena, intranquila (por la bronca que le caería si decía la verdad), tras haber estado buscando y rebuscando la forma de revertir el hechizo, pero al subir a la habitación, dices que «casi se había olvidado» de él… Me resulta un poco extraño 😉

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