El relato del viernes: ¿Quiero ser princesa?

QUIERO SER PRINCESA

 

¿QUIERO SER PRINCESA?

Había una vez una princesa que estaba encerrada en la torre más alta del castillo. Para llegar a ella, había que subir largos tramos de escalera de caracol, que cada vez se iban haciendo más angostos a medida que ascendían. Por eso recibía pocas visitas, y aún así eran demasiadas para lo que ella necesitaba.

En aquella alta torre, la princesa tenía todo lo necesario para subsistir durante meses. Y estaba en ese estado porque ella así lo había elegido. Necesitaba encontrarse a ella misma dentro de aquel disfraz que sus propios padres, los reyes, habían creado para ella. Así, no se la permitía llevar pantalones, solo vestidos de gasa y organza. No se le permitía llevar el pelo corto, solamente largo y recogido en una enorme trenza que algún miembro del personal de servicio le enroscaba cuidadosamente en lo alto de su cabeza. Debía caminar bien derecha, para lo que tenía que pasar horas caminando con un libro encima de la cabeza.

A diferencia de sus hermanos varones, a ella no se le permitía ir a la escuela. Recibía en palacio clases particulares, que incluían canto, danza, protocolo y buenas maneras. En ningún momento incluían disciplinas tan interesantes como las que estudiaban sus hermanos en la escuela, matemáticas, física, biología…

Así que un día la princesa, cansada de tanta diferenciación, decidió aislarse de todo en la torre más alta del castillo, para descubrir a solas consigo misma quién quería ser. Los reyes, sus padres, no le dieron mucha importancia, pensando que sería una chiquillería y que enseguida bajaría de la torre. Pero el tiempo pasaba y la princesa seguía allí enclaustrada, haciendo peticiones de lo más extrañas a través del intercomunicador real, que una cosa era estar encerrada en la torre y otra muy diferente aislarse completamente del mundo, cosa que hubiese resultado contraproducente para sus planes.

Llegaron príncipes desde los reinos más lejanos a conocerla. Había suscitado mucha curiosidad aquella princesa que se había encerrado por voluntad propia en una torre del castillo de sus padres. Todos pretendían conquistarla, pero ella los rechazaba a todos. Los recibía en sus aposentos, y a todos ellos los encontraba anodinos y aburridos. Todos eran los que mejor manejaban la espada de su reino, los que mejor montaban a caballo, los que siempre la protegerían…

Pero nuestra princesa los largaba a todos con viento fresco, porque si algo no necesitaba ella era un príncipe que la protegiera y la mantuviera dentro de una burbuja de cristal como habían hecho sus padres con ella.

Varios años después, la princesa se decidió a salir de la torre. Dejó a toda la corte anonadada al bajar con gran prestancia por la escalera, vestida con pantalones y el pelo por completo rapado. Se había dedicado a estudiar todas las disciplinas que estudiaban sus hermanos, bajando una mujer por completo diferente a la que subió aquella escalera, años atrás. Una mujer segura de sí misma, instruida, autosuficiente, orgullosa de ser mujer. Abrió la puerta del castillo, donde esperaba un mozo que los reyes reconocieron como el hijo del molinero, siendo mudos testigos del beso de amor que su hija, la tierna princesita que habían criado, le daba delante de todos. Él había sido el único capaz de escalar durante todas las noches por la pared del castillo hasta la torre más alta, para pasarle a la princesa todos los libros que necesitaba para obtener todos los conocimientos que deseaba.

 

Ana Centellas. Abril 2017. Derechos registrados.

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Publicado por Ana Centellas

Porque nunca es tarde para perseguir tus sueños y jamás hay que renunciar a ellos. Financiera de profesión, escritora de vocación. Aprendiendo a escribir, aprendiendo a vivir.

19 comentarios sobre “El relato del viernes: ¿Quiero ser princesa?

  1. Bella historia. Históricamente, la mujer siempre ha estado marginada y estereotipada, sujeta a los caprichos del varón. Gracias a muchas mujeres rebeldes, como tu princesa, eso empieza a cambiar.
    Besos, Ana.

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