Por capítulos: «Terrores nocturnos» (Parte II)

terrores-nocturnos

Parte I

Unos días después, hubo un cambio en mi sueño. En apariencia todo seguía siendo igual, mi casa, mi terraza, la misma ropa, los mismos detalles, la misma sombra que llegaba a la cuidad y me aterraba. Pero en esa sombra se comenzaba a dibujar una silueta. Había algún personaje escondido tras ella. Alguien realmente maligno que amenazaba con llegar a mi encuentro. Fue entonces cuando el sueño comenzó a hacerse diario. No había noche que no me fuese a la cama y la pesadilla no volviera a visitarme. Sofía ya no sabía qué hacer ni por qué me ocurría aquello.

La verdad es que al igual que cambió la frecuencia de mi sueño, también cambió su duración. Lo que al principio duraba tan solo unos minutos, que me hacían padecer un terror espantoso, por aquella época se volvieron horas. O al menos así me parecía a mí. Comenzaba en las primeras etapas de mi sueño, cuando aún no conseguía distinguir el sueño de la realidad, y duraba hasta altas horas de la madrugada. Por lo menos no era hasta las tres o las cuatro de la mañana cuando me despertaba, como siempre, sudoroso, sobresaltado y con la cama por completo mojada. La barriguita de Sofía ya se dejaba ver, y ella se levantaba conmigo y su pequeña barriga a hacer la cama de nuevo.

Fue una época horrible para mí. No sabía qué era lo que me estaba ocurriendo. Mi rendimiento en el trabajo comenzó a disminuir de manera bastante acusada, ya que mi descanso nocturno era muy escaso. Y yo temía por Sofía. No quería que ella acusase la falta de reposo al igual que yo. No se lo merecía. Ella tenía que descansar bien, puesto que llevaba a nuestra hija en su interior y pasaba todo el día trabajando fuera de casa. Fue entonces cuando tomé la decisión de cambiarme de habitación. Y a día de hoy no sé si fue una buena decisión o no. Quizá al hacerlo estaba dándole a aquel ser maligno más fuerza sobre mí. Al parecer, eso era lo que quería.

Digo esto porque la primera noche que pasé en el cuarto de invitados, la pesadilla fue especialmente cruel conmigo. Recuerdo aquella noche como si fuera hoy mismo. Aún se me ponen los pelos como escarpias al pensar en ella. Sofía y yo nos fuimos a acostar temprano, ambos estábamos bastante cansados. Ella estaba un poco molesta conmigo por la decisión que había tomado. Era mi mujer y quería que durmiese con ella. No entendía por qué me cambiaba de habitación. Con el mayor cariño de que fui capaz le expliqué que lo hacía para que ella y nuestro bebé pudieran descansar tranquilas. Al final pareció entenderlo, aunque no quería que lo hiciese. Era tan buena conmigo. Siempre lo fue. Para ella, mis sueños no eran ninguna molestia y quería cuidarme. No quería que estuviese solo cuando me despertase. Pero el sentido común primó en mí y cambié de habitación.

Aquella noche, aquella fatídica noche, me fui a la cama pensando que a lo mejor el hecho de cambiar el sitio donde dormía podría hacer que descansase mejor. Qué iluso fui. Como ya he dicho, aquella vez la pesadilla fue horrible. No había ido a trabajar porque me encontraba demasiado cansado, y había pasado el día en casa, con un cómodo chándal. Así es como vestía yo en mi sueño. Parecía estar recreando el momento vivido hacía tan solo unas horas, cuando salí a fumar a la terraza. Todo era tan exacto que solo con eso ya asustaba. Al levantar la mirada al frente, pude apreciar con una claridad absoluta cómo aquella silueta que cada vez veía más cercana iba formando poco a poco un rostro. Era una niña.

Recuerdo haber inspirado en profundidad dentro de mi sueño cuando se formó aquel rostro en la sombra. Ya no era una silueta difusa, como en anteriores ocasiones. Era el rostro pavorosamente serio de una niña pequeña. Me miraba con mucha fijeza, con una maldad indescriptible en los ojos. Y se acercó a mí un poco más. Intentaba despertarme por todos los medios pero me era imposible. Era incapaz de sostener aquella escalofriante mirada por más tiempo, pero ella no me permitía despertar. Lo sé, era ella la que no me dejaba despertar. Por alguna extraña razón quería que la contemplase, como si su intención fuese que no olvidase su rostro jamás.

Aquel día fue el despertador el que me sacó del horrible sueño. La sensación que tenía en el cuerpo era la de no haber descansado en toda la noche. Estaba empapado, temblando, mientras el despertador no dejaba de sonar en el silencio de la madrugada. Pasaron al menos diez minutos  desde que abrí los ojos hasta que tuve la fuerza necesaria para apagar el reloj. En el silencio de la casa, encerrado en aquel pequeño dormitorio, lo único que podía escuchar eran los jadeos entrecortados de mi acelerada respiración.

Ana Centellas. Diciembre 2016. Derechos registrados.

Imagen: Pixabay

el-adios-copyrighted

Publicado por Ana Centellas

Porque nunca es tarde para perseguir tus sueños y jamás hay que renunciar a ellos. Financiera de profesión, escritora de vocación. Aprendiendo a escribir, aprendiendo a vivir.

46 comentarios sobre “Por capítulos: «Terrores nocturnos» (Parte II)

  1. Al principio un poco perdido, pues no se deduce quién es Sofía hasta bien avanzado el episodio, aunque entiendo que, si en lugar de leerlo una semana después, si se hace de seguido: no sería necesario. Por otro lado, considero que deberías incluir una coma explicativa, como p. ej.Sofía, mi esposa.
    «…Con el mayor cariño de que fui capaz le expliqué […]», tal y como está expuesto evidecia un dequeismo. Creo que quedaría mejo así: «… Con el mayor cariño, que fui capaz, le expliqué […]».

    Te recuerdo que lo tomes como una sugerencia,
    Saludos

    Le gusta a 1 persona

    1. Gracias, Fran, como siempre. Por eso pongo el enlace al capítulo anterior, para que se pueda seguir la historia.
      Por otro lado, no creo que haya dequeísmo en la expresión, con el mayor cariño que fui capaz, le falta un nexo de unión.
      Besazos

      Le gusta a 1 persona

      1. Con respecto a lo que argumentas, he de decirte que al hacer uso de las comas con la función del inciso el resultado sería el siguiente: «Con el mayor cariño le expliqué», ya que el contenido del inciso: se sobrenetiende que queda apartado del texto, y eso no lo digo yo, sino las normas contempladas en las correspondientes obras académicas.

        Le gusta a 1 persona

      2. Eso lo entiendo perfectamente, pero incluir entre comas, que fui capaz, no tiene sentido. Por ej: te cuento que fui capaz de hacerlo, no lleva la preposición de. Con la intención de que se quedase, sí lleva la preposición de. Y este caso es semejante a este último. Puedes consultar las obras académicas que correspondan.

        Me gusta

      1. Para mí, la forma con que te desenvuelves, es suficiente para tomarte como un referente, eso no quiere decir que tenga que hacerlo igual que tú, ni está dentro de mis planes; entre otras cosas, porque no reflejaría mi esencia, sino la de un plagiador.

        Le gusta a 1 persona

  2. Pesadillas de una noche de verano era así? Ah no era sueños de una noche de verano, pero para el caso da igual, el terror viene en sueño y se convierte en pesadilla en cualquier época del del año. Interesante relato que me ha enganchado como la mirada de la niña al protagonista. 😉

    Le gusta a 1 persona

  3. Creo que te ha nacido un fantasma en el bancal Ana, esos, o se extirpan pronto, o te arruinan el huerto a base de echar raices. Con los vellos como acerícos vengo a leer sobre esas pesadillas, por lo menos la niña no habla todavía. Un beso.

    Le gusta a 2 personas

      1. PordióAna!. Pero era necesario entrar en detalles anticipados a estas horas de la noche? Hasta que pueda pronunciar: «Amanece que no es poco» La mía será una sucesión de espantados alaridos. Un besazo.

        Le gusta a 1 persona

  4. Me encanta todo lo que escribes, Ana; pero ahora tendré que decir casi todo, porque los relatos y películas de terror no van conmigo. No he podido terminar de leer este capítulo. Lo siento. Como escritora logras tu objetivo, pues lo haces muy bien y me provoca susto.
    Un gran abrazo.

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario